La cesta de la compra cuesta un 40 % más que antes de la pandemia: estos son los productos que más se han encarecido
El Banco de España atribuye este impulso en el precio de los alimentos a los costes energéticos y determinados fenómenos meteorológicos extremos
Las cuentas no salen y cada vez es más complicado para las familias españolas llenar el carro de la compra. Lejos queda esa imagen que veíamos en marzo de 2020, cuando el inicio de la pandemia del covid-19 llenó los supermercados de ciudadanos haciendo acopio de todo lo que podían y sin mirar la cartera.
Ahora la situación ha dado un giro de 180 grados: por suerte, ya no estamos en una alerta sanitaria y nuestros bolsillos cada vez se resienten más. La inflación ha hecho de la alimentación una de sus presas por excelencia en los últimos años, llegando a encarecerse hasta un 17 % interanualmente. Y aunque estas subidas se han ido moderando desde que comenzó la pandemia, la inflación se acumula y hacerla compra ya es un 38,5 % más caro que hace cinco años, según reflejan los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Seis de los diez alimentos cuyo precio se ha incrementado más desde julio de 2019 son productos básicos que no pueden faltar en la cesta de la compra, como es el caso de los huevos, la carne –de ovino y caprino; y vacuno–, las frutas, la leche entera y las harinas y cereales. Los huevos se han encarecido un 69,1 % en estos seis años, la carne de ovino y caprino un 61,6 %, la de vacuno un 49,2 %, las frutas un 60,6 % y la leche entera y las harinas y otros cereales un 52,1 % y un 45,7 % respectivamente.
Otros productos esenciales como el aceite de oliva se han encarecido un 43,1 %. Las patatas, por su parte, so un 41,6 % más caras y el arroz un 41,3 %.
El informe Evolución y perspectivas de los precios de los alimentos, elaborado por el Banco de España, señala que los alimentos se encarecen en España a un ritmo superior de lo que lo hacen en la Unión Europea (UE), ya que la composición de nuestra cesta de la compra hace estas variaciones hayan sido más significativas aquí.
La institución atribuye este impulso en el precio de los alimentos a los costes energéticos y determinados fenómenos meteorológicos extremos, «que han afectado a los precios de las materias primas alimenticias y a la producción».
También juega un papel clave la energía, no solo en la producción primaria de los alimentos, sino en otras actividades secundarias, como es el caso del secado, la refrigeración, el almacenamiento, el transporte y la distribución de alimentos. De hecho, según datos de la Agencia Internacional de las Energías Renovables y FAO, los sistemas agroalimentarios son responsables de aproximadamente el 30 % del consumo energético total mundial.
Si nos fijamos en estos costes a los que hace referencia el informe del regulador financiero español, hay que tener en cuenta que la electricidad y la gasolina sufrieron una bajada de la oferta como consecuencia de la guerra de Ucrania, encareciendo así los precios. Meses después sus costes se abarataron, aunque actualmente han vuelto a incrementarse. Si se compara con hace cinco años, los pagamos un 23,9 % y un 21,4 % más caros, respectivamente.
«El incremento de los precios relativos de los alimentos produce un desplazamiento del gasto de los hogares desde otras rúbricas hacia la alimentación. Ello genera efectos más negativos en los hogares de ingresos más bajos, cuya proporción del gasto en alimentación es comparativamente superior a la del resto de los hogares», concluye el informe del Banco de España.






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