En los meses de verano se desperdicia un 30% más de alimentos que en otras épocas del año, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación analizados por la startup Phenix. El impacto del cambio climático se hace evidente cada verano en España, con olas de calor extremas que no solo dificultan la realización de actividades diarias, sino que también afectan la gestión de alimentos perecederos. Este incremento de desperdicios supone un desafío tanto para la economía como para el medio ambiente, ya que alimenta un ciclo perjudicial para el planeta.

En 2023

En España se desecharon 2.895.272 toneladas de comida, lo que equivale a 61 kilos por persona

Los desechos orgánicos en los vertederos liberan metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono, lo que contribuye al calentamiento global. Durante los días de calor intenso, la vida útil de los alimentos perecederos como frutas, verduras y carnes se reduce y aumentan las probabilidades de que sean descartados antes de llegar al consumidor. Este desperdicio se ve agravado por las dificultades que enfrentan los supermercados para prever la demanda en un periodo de temperaturas fluctuantes y de cambios en los hábitos de consumo debido a las vacaciones.

Las altas temperaturas requieren condiciones de almacenamiento más estrictas para mantener la frescura de los alimentos. Sin embargo, no todos los establecimientos están equipados para manejar adecuadamente estos productos. Además, durante el transporte, los alimentos pueden no mantenerse en condiciones de frío óptimas, lo que acelera aún más su deterioro.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura informa que alrededor de un tercio de todos los alimentos producidos por los seres humanos se desperdician o se desechan. Mientras casi 800 millones de personas pasan hambre, en el mundo se desperdician a diario unas 1.000 millones de comidas. En 2023, en España se desecharon 2.895.272 toneladas de comida, unos 61 kilos por persona