Como consecuencia de la anterior crisis económica, los cincuenta y cuatro bancos de alimentos que hay en España llegaron a atender a un millón setecientas mil personas en los peores años, más del doble de las que atendían hasta entonces, y temen que ahora la situación acabe siendo muy parecida o incluso peor. Desde 2015 estaban viendo cómo se reducía de forma paulatina el número de ciudadanos que requerían su ayuda, hasta los alrededor de un millón cien mil que la recibieron el año pasado, “y esperábamos que la tendencia se mantuviese a la baja pero el Covid-19 ha cambiado el panorama, ha saltado todo por los aires y todo apunta a que la emergencia sanitaria derivará en una profunda crisis económica y social que, de hecho, ya ha empezado”. Quien así habla es el director de Comunicación de la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL), que se muestra pesimista y piensa que ese millón setecientas mil personas a las que llegaron a ayudar en la época más dura en sus casi tres décadas y media de existencia se va a quedar corto en esta ocasión. Y no lo dice por decir sino con datos en la mano: en apenas un par de meses la demanda de alimentos se ha disparado un 30%.

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“Esta crisis tiene un componente que la hace distinta”

Nos cuenta Ángel Franco que desde que se decretó el estado de alarma está acudiendo a ellos mucha gente que nunca lo había hecho; incluso directamente: se acerca a los bancos de alimentos en busca de ayuda y desde allí la dirigen a las oenegés, comedores sociales, entidades y parroquias de distinto credo con las que colaboran, que son las que se ocupan del reparto. Explica que gran parte de esa gente había conseguido superar o estaba superando la crisis económica que estalló en 2008 desde la economía irregular, informal -que, según la Organización Internacional del Trabajo, emplea a algo más del 14% de la población activa en Europa Occidental-: hablamos de trabajo en el hogar, de cuidados o de otro tipo no declarado, de venta ambulante sin autorización… “Pero el confinamiento que todavía vivimos en España no solo ha prácticamente paralizado la economía sino también esa economía sumergida, dejando sin ingresos a quienes sobrevivían gracias a ella. Sin ingresos y sin ayudas públicas, a las que no tienen acceso. Y se trata de personas que, por lo general, carecen de un colchón lo suficientemente sólido como para poder aguantar así semanas, no digamos ya meses”. Recuerda además que, como consecuencia de la anterior crisis, fueron muchos los inmigrantes que volvieron a sus países de origen, algo que en esta ocasión tampoco es posible.

A estos miles de personas hay que sumarles las que se han quedado en paro o están en Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), recibiendo una prestación que en muchos casos no les da ni para cubrir sus necesidades básicas y las de su familia. “Y aunque les dé o puedan tirar de ahorros durante un tiempo unas y otros acabarán agotándose, quizá en cuestión de unos meses. Eso significa que, a no ser que recuperen y puedan mantener su empleo o que encuentren uno, acabarán pidiendo ayuda”. Estamos viendo las negras perspectivas que pintan instituciones y organismos nacionales e internacionales para el mercado laboral en nuestro país, por lo menos para este año y el próximo. Sin olvidar que incluso aunque vuelvan a trabajar pueden tener que recurrir a los bancos de alimentos: según los últimos datos del indicador europeo AROPE, que mide los niveles de pobreza y exclusión social, en España había en 2018 un 14% de trabajadores pobres. Hace dos años.

“Por el momento estamos en disposición de atender la demanda”

El nuevo coronavirus ha paralizado por un tiempo indeterminado las operaciones de recogida de alimentos en los supermercados, un importante golpe para FESBAL porque los miles de voluntarios que participan en ellas hacen que el resultado final se multiplique por cincuenta o más según su director de Comunicación, que destaca el salto cuantitativo experimentado con respecto a las primeras que se realizaron, sin que nadie animase entonces a la gente a colaborar. ¿Cuándo se podrán retomar y cuál será la respuesta? “Habrá que ver cómo va evolucionando la situación, a qué ritmo, y en qué medida la gente recupera capacidad económica para poder ayudar; porque lo primero para muchos está siendo tener que apretarse el cinturón”, dice Ángel Franco. Pero no solo las operaciones kilo se han visto afectadas, también los propios voluntarios, imprescindibles para el día a día de los bancos de alimentos -igual que para muchas de las entidades con las que colaboran-, que en su inmensa mayoría son personas mayores y, por lo tanto, población de riesgo: el 95% son jubilados.


…(1ª parte)…

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